Medellín,17 de febrero de 2014
Recién he descendido del metro, en la Estación Parque Berrio, llueve a cántaros,el parque está casi deshabitado;algunos venteros ambulantes con permiso bajo los paraguas resisten el temporal,las palmeras, los árboles son mecidos por el viento y la lluvia con fuerza.
Me he detenido en la plataforma donde llega el tren y he sido prudente,aquí estoy protegido de la tormenta.
Desde el segundo piso,observo a los miles de pasajeros que se protegen de la lluvia,algunos se mueven buscando evitar el agua que se mezcla con la brisa.
El Parque de Berrio,es un referente de la llamada !parrilla del centro!,la estatua de Pedro Justo Berrio,ha sido testigo muda de los cambios que allí se han presentando;el Banco De La República,aun se resiste a cambiar de sitio,el cuerpo voluptuoso de la !gorda de Botero!,está reluciente y limpio,las paredes de la iglesia de la Candelaria,están blancas,y es visitada de forma obligada,por las personas que buscan protegerse del fuerte torrencial,la puerta del Centro Comercial La Bolsa,se ha cerrado,no es muy usual pero la lluvia arrecia.
Los habitantes permanentes del parque:jubilados,prepagas,vendedoras de tinto,minutos y favores,lustra botas, guerrilleros y parácos camuflados,vagos,carteristas,músicos y vendedores ambulantes,transeúntes ocasionales,evangelizadores,y jóvenes gays que ofrecen también sus servicios a adultos enfermos y libidinosos;todos se han retirado, mientras la lluvia se intensifica.Pienso,si los miles de seres apretujados por la lluvia, como gusanos de invierno, recordaran las denuncias de corrupción en el ejército colombiano,en las marchas programadas en la República Bolivariana de Venezuela por la oposición y con el apoyo de los norteamericanos;a lo mejor tienen frío, la tormenta ha retardado sus diligencias,y esos temas no interesan tanto en el momento.
Cuadros típicos de una ciudad pujante que gira en torno al Metro;que definitivamente cambió el centro.
Juan Del Sur
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